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En el Sillón...

William Shakespeare y el valor del tiempo

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En el Sillón… William Shakespeare escribió: «El tiempo es muy lento para los que esperan, muy rápido para los que tienen miedo, muy largo para los que lamentan, muy corto para los que festejan, pero para los que aman, el tiempo es una eternidad». Esta reflexión nos invita a pensar en la percepción subjetiva del tiempo y cómo varía según nuestras emociones y vivencias.

El tiempo es uno de los elementos más intrigantes de la vida humana. No es tangible, no podemos verlo ni controlarlo, pero lo sentimos constantemente. En ocasiones, lo anhelamos, deseamos que pase rápido para olvidar las penas o curar heridas, mientras que en otros momentos quisiéramos detenerlo y disfrutar al máximo una experiencia. Esta relación paradójica con el tiempo es lo que le otorga tanto poder sobre nuestras emociones y decisiones.

A lo largo de nuestra vida, experimentamos el tiempo de maneras muy diferentes. Cuando somos niños, el tiempo parece eterno; los días de verano son largos y las navidades tardan en llegar. Pero a medida que crecemos, el tiempo parece acelerar. Las semanas vuelan, los años pasan en un abrir y cerrar de ojos, y la percepción de la vida se transforma. Esta sensación de rapidez nos lleva a reflexionar sobre cómo estamos invirtiendo nuestro tiempo y qué decisiones tomamos en función de él.

Con el tiempo, también aprendemos que, en nuestras relaciones, algunas personas nos hacen sentir que perdemos el tiempo, mientras que con otras parece que el tiempo vuela. Estas experiencias nos enseñan a valorar a quienes nos rodean, a cuidar de nuestros vínculos y a buscar compañía en aquellos que realmente hacen que nuestras horas sean significativas. Como bien se dice, con algunas personas se pierde la noción del tiempo, mientras que con otras se recupera el tiempo perdido.

Es irónico que, como seres humanos, siempre estemos en conflicto con el tiempo. Queremos que pase rápido cuando estamos atravesando una situación difícil o dolorosa, pero en los momentos de alegría y plenitud, deseamos que se detenga. Nos sentimos atrapados en este ciclo constante de desear que el tiempo cambie, olvidando que lo único que realmente podemos controlar es cómo lo aprovechamos.

Como bien se menciona, el tiempo es como un río: no puedes tocar la misma agua dos veces, porque cada instante es único y no volverá a repetirse. Esta metáfora nos recuerda que cada momento de nuestra vida debe ser valorado. En lugar de mirar constantemente hacia el pasado con lamentos o hacia el futuro con ansiedad, debemos aprender a vivir en el presente, disfrutando cada segundo.

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Aprovechar el tiempo no significa simplemente ser productivos o cumplir con una lista interminable de tareas. Se trata de encontrar el equilibrio entre nuestras responsabilidades y aquellos momentos que nos brindan alegría y satisfacción personal. Se trata de aprender del pasado sin quedarnos atrapados en él, y de planificar el futuro sin olvidar vivir el presente.

En conclusión, nunca podremos cambiar lo que ya ha sucedido, pero siempre tendremos la opción de aprender de nuestras experiencias. El tiempo, en su perfección, nos brinda lecciones que a menudo no comprendemos en el momento, pero que con la distancia adecuada, nos revelan su verdadero propósito. Aprovechemos cada segundo y recordemos que la vida, como el río, sigue su curso, y depende de nosotros cómo queremos navegar en él.

En el Sillón...

La locura de Van Gogh y el refugio del arte

¿Alguna vez te preguntaste por qué las obras de Van Gogh nos conmueven tanto?

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En el Sillón… Un lector compartió con nosotros una reflexión profunda sobre la conexión que siente con Van Gogh, el pintor holandés. Al igual que muchos de nosotros, en algún momento de la vida hemos experimentado momentos de dolor y desesperanza. Sin embargo, el arte, y en particular la obra de Van Gogh, nos ofrece un refugio, un espacio donde transformar nuestras emociones más oscuras en belleza.

Un día me preguntaron ¿porque me gustan las obras de Vincent Van Gogh? Y yo sonreí …

– Entiendo su locura… respondí.

¿Quién no querría escapar de su realidad y convertirla en algo hermoso?

El arte te puede transportar de una triste realidad llena de espinas a un jardín lleno de bugambilias empezando a florecer, a un manantial cristalino lleno de vida.

Los artistas son creadores natos de realidades desconocidas. Son capaces de robar una sonrisa o hacer rodar una lágrima por tu mejilla.

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Hace años pasé una vivencia muy dolorosa, toqué fondo, fue tan doloroso que me sentí muerta en vida, rota en mil pedazos, no sabía cómo salir de tanta tristeza, tomé mi lápiz y como un arma cargada empecé a soltar todo lo que de ella salía, fueron garabatos y líneas sin sentido, pero allí estaba lo que calmaba mi dolor, como un ungüento para mi alma atormentada.

Imagino que Vincent se pudo sentir igual mientras pintaba la noche estrellada.

Su vida cargada de desaciertos y altibajos, nos hace creer que hay belleza mucho más allá de lo que podemos ver.

«Entendí su locura», nos confiesa nuestro lector. «Quién no querría escapar de una realidad dolorosa y convertirla en algo hermoso». Y es que, en las pinceladas vibrantes y los trazos enérgicos de Van Gogh, encontramos un reflejo de nuestra propia alma. Sus cuadros, cargados de emoción y expresividad, nos invitan a sumergirnos en un mundo donde la tristeza se transforma en esperanza y la oscuridad da paso a la luz.

Vincent van Gogh, un artista cuya vida estuvo marcada por la lucha y la soledad, logró plasmar en sus cuadros un universo emocional intenso y vibrante. Obras como «La noche estrellada», «Los girasoles» y «Autorretrato con la oreja vendada» se han convertido en iconos del arte universal, cautivando a millones de personas a lo largo de los siglos.

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El arte como bálsamo para el alma

La experiencia de nuestro lector nos recuerda el poder sanador del arte. A través de la creación artística, podemos expresar nuestras emociones más profundas, encontrar un sentido a nuestro sufrimiento y, en última instancia, sanar nuestras heridas.

¿Y tú? ¿Has encontrado en el arte una forma de expresar tus sentimientos y conectar con otros?

Reflexiones para el alma

  • La belleza en la adversidad: Van Gogh, a pesar de una vida marcada por la lucha y la soledad, nos legó un legado artístico de inmenso valor. Su historia nos enseña que incluso en los momentos más oscuros, la belleza puede florecer.
  • El poder transformador del arte: El arte tiene la capacidad de transformar nuestras vidas. Puede inspirarnos, consolarnos y ayudarnos a crecer como personas.
  • La importancia de expresar nuestras emociones: A menudo, reprimir nuestras emociones puede ser perjudicial para nuestra salud mental. El arte nos ofrece una vía segura y saludable para expresar lo que llevamos dentro.

Referencias de Vicent Van Gogh

Vincent van Gogh (1853-1890) fue un pintor neerlandés postimpresionista cuyas obras son conocidas por su emotiva profundidad y uso expresivo del color. A lo largo de su vida, Van Gogh luchó con problemas de salud mental y pobreza, lo que, combinado con su intensa pasión por el arte, lo llevó a crear algunas de las pinturas más icónicas de la historia.

Primeros años y carrera

  • Nacimiento y educación: Vincent Willem van Gogh nació el 30 de marzo de 1853 en Zundert, Países Bajos. Creció en una familia religiosa y de clase media. Inicialmente trabajó como comerciante de arte y más tarde como predicador en una región minera antes de decidir dedicarse al arte a los 27 años.
  • Formación artística: En 1880, Van Gogh decidió dedicarse al arte, en gran parte gracias a la influencia de su hermano menor, Theo, quien fue un importante apoyo emocional y financiero. Comenzó su formación en Bruselas y luego estudió en la Academia de Bellas Artes de Amberes. Sus primeras obras fueron principalmente escenas campesinas, influenciadas por el realismo.

Estilo y obras principales

  • Evolución del estilo: Van Gogh comenzó pintando escenas oscuras y sombrías, pero su estilo cambió dramáticamente después de mudarse a París en 1886. Allí, conoció a los impresionistas y neoimpresionistas, lo que influyó en su paleta de colores, volviéndose más vibrante y explorando el uso del color de manera simbólica y emocional.
  • Obras destacadas: Entre sus pinturas más famosas se encuentran La noche estrellada (1889), Los girasoles (1888), La casa amarilla (1888), y El dormitorio en Arlés (1888). Estas obras reflejan su capacidad única para transformar la naturaleza y la vida cotidiana en representaciones emocionales intensas.

Vida personal y salud mental

  • Lucha con la salud mental: Van Gogh luchó durante gran parte de su vida adulta con problemas de salud mental, que incluían episodios de depresión y ansiedad. En 1888, tras una pelea con su amigo y colega Paul Gauguin, Van Gogh sufrió una crisis mental que lo llevó a cortarse parte de su oreja izquierda. Este evento marcó el inicio de un período particularmente turbulento para el artista.
  • Internamiento y muerte: Van Gogh pasó los últimos años de su vida en instituciones psiquiátricas, incluyendo un año en el hospital de Saint-Paul-de-Mausole en Saint-Rémy-de-Provence, donde pintó algunas de sus obras más famosas, incluyendo La noche estrellada. El 27 de julio de 1890, a los 37 años, Van Gogh se disparó en el pecho en un campo de trigo en Auvers-sur-Oise, Francia. Falleció dos días después debido a sus heridas.

Legado

  • Reconocimiento póstumo: Aunque en vida solo vendió una pintura (La viña roja), después de su muerte, Van Gogh se convirtió en uno de los artistas más influyentes y célebres de la historia del arte. Su obra ha inspirado innumerables artistas y continúa siendo objeto de estudio y admiración en todo el mundo.
  • Impacto en el arte moderno: Van Gogh es considerado uno de los precursores del arte moderno. Su uso innovador del color, su estilo único y su habilidad para plasmar sus emociones en sus pinturas lo han establecido como uno de los pilares del arte postimpresionista.
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En el Sillón...

«No, No Me Estoy Volviendo Viejo» por Víctor Hugo, el autor de «los miserables»

Una reflexión sobre la sabiduría y la aceptación personal

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Hoy, exploramos el conmovedor texto de Víctor Hugo, «No, No Me Estoy Volviendo Viejo». En la sección «En el Sillón» de nuestro portal de noticias, dedicamos espacio a la introspección y la reflexión sobre la vida, la sabiduría y el autodescubrimiento. Este escrito nos invita a reconsiderar nuestras percepciones sobre el envejecimiento y la madurez, planteando que, en lugar de simplemente acumular años, uno puede ganar sabiduría y paz interior.

El autor hace hincapié en dejar de ser lo que otros desean para convertirse en lo que uno realmente quiere ser. Este acto de aceptación personal implica abandonar la búsqueda de aprobación externa y los «espejos mentirosos» que distorsionan la verdadera esencia de uno mismo. Hugo argumenta que esta liberación es un signo de sabiduría, no de vejez.

El texto resalta cómo las prioridades cambian con el tiempo. Hugo describe un cambio de las noches de fiesta a los insomnios de aprendizaje, y de las copas de vino a las tazas de café. Este cambio simboliza un giro hacia actividades más significativas y enriquecedoras. En lugar de vivir historias, el autor elige escribirlas, representando una transición hacia la creación y la reflexión.

ENVEJECIENDO CON DIGNIDAD: «No, No Me Estoy Volviendo Viejo»

—Te estás volviendo viejo me dijeron.!!!!, has dejado de ser tú, te estás volviendo amargado y solitario.
—No,…respondí no me estoy volviendo viejo, me estoy volviendo sabio.
He dejado de ser lo que a otros agrada, para convertirme en lo que a mí me agrada ser. He dejado de buscar la aceptación de los demás para aceptarme a mí mismo. He dejado tras de mí los espejos mentirosos que engañan sin piedad.
No, no me estoy volviendo viejo, me estoy volviendo asertivo, selectivo de lugares, de personas, de costumbres e ideologías.
He dejado ir apegos, dolores innecesarios, personas, almas y corazones; No es por amargura, es simplemente por salud.
Dejé las noches de fiesta por insomnios de aprendizaje, dejé de vivir historias y comencé a escribirlas. Hice a un lado los estereotipos impuestos.
Dejé de usar maquillaje para ocultar mis heridas, ahora llevo un libro que embellece mi mente y mi alma.
Cambié las copas de vino por tazas de café, me olvidé de idealizar la vida y comencé a vivirla.
No, no me estoy poniendo viejo, pues llevo en el alma lozanía, y en el corazón la inocencia de quien a diario se descubre.
Llevo en las manos, la ternura de un capullo que al abrirse expandirá sus alas a otros sitios inalcanzables, para aquellos que solo buscan la frivolidad de lo material.
Llevo en mi rostro, la sonrisa que se escapa traviesa al observar la simplicidad de la vida, de la naturaleza, llevo en mis oídos el trinar de las aves alegrando mi andar.
No, no me estoy volviendo viejo, me estoy volviendo selectivo, apostando mi tiempo a lo intangible. Reescribiendo el cuento que alguna vez me contaron, redescubriendo mundos, rescatando aquellos viejos libros que a medias páginas había olvidado.
Me estoy volviendo más prudente, he dejado los arrebatos que nada enseñan. Estoy aprendiendo a hablar de cosas trascendentes, estoy aprendiendo a cultivar conocimientos, estoy sembrando ideales y forjando mi destino.
No, no es que me esté volviendo viejo por dormir temprano los sábados, es que también los domingos hay que despertar temprano, disfrutar el café sin prisa y leer con calma un poemario.
No es por vejez, por lo que se camina lento, es para observar la torpeza de los que a prisa andan y tropiezan con el descontento.
No es por vejez, por lo que a veces se guarda silencio, es simplemente porque, no a toda palabra hay que hacerle eco.
No, no me estoy poniendo viejo, ahora estoy comenzando a vivir lo que realmente me interesa.

AUTOR; VÍCTOR HUGO.

Víctor Hugo, en su texto «No, No Me Estoy Volviendo Viejo», nos ofrece una perspectiva refrescante sobre el envejecimiento. No se trata de una acumulación de años, sino de una evolución hacia una vida más sabia, selectiva y auténtica. En su relato, Hugo deja claro que ha encontrado una manera de vivir que prioriza la salud mental, la paz interior y la verdadera satisfacción personal. Al dejar atrás las expectativas de los demás y abrazar sus propios valores y deseos, ha descubierto una nueva forma de juventud, marcada por la inocencia del autodescubrimiento y la ternura del crecimiento personal.

Esta reflexión es una invitación a todos nosotros a reconsiderar cómo vemos la vejez y a apreciar la sabiduría que puede venir con los años. No se trata solo de envejecer, sino de aprender a vivir de una manera que realmente nos satisfaga y enriquezca.

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“VALGO”: el poema está lleno de sabiduría

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En el Sillón…  Te invitamos a que leas VALGO, una reflexión profunda sobre la experiencia humana y el aprendizaje que se deriva de las dificultades y los momentos de introspección. Desde una perspectiva filosófica, este discurso aborda temas fundamentales como la naturaleza del sufrimiento, el significado del amor y la amistad, la búsqueda de la felicidad y la relación entre el individuo y el mundo que lo rodea.

«VALGO»

De tanto perder aprendí a ganar; de tanto llorar se me dibujó la sonrisa que tengo.
Conozco tanto el piso que sólo miro el cielo. Toqué tantas veces fondo que, cada vez que bajo, ya sé que mañana subiré.
Me asombro tanto como es el ser humano, que aprendí a ser yo mismo.
Tuve que sentir la soledad para aprender a estar conmigo mismo y saber que soy buena compañía.
Intenté ayudar tantas veces a los demás, que aprendí a que me pidieran ayuda.
Traté siempre que todo fuese perfecto y comprendí que realmente todo es tan imperfecto como debe ser (incluyéndome).
Hago sólo lo que debo, de la mejor forma que puedo y los demás que hagan lo que quieran.
Vi tantos perros correr sin sentido, que aprendí a ser tortuga y apreciar el recorrido.
Aprendí que en esta vida nada es seguro, sólo la muerte … por eso disfruto el momento y lo que tengo.
Aprendí que nadie me pertenece, y aprendí que estarán conmigo el tiempo que quieran y deban estar, y quien realmente está interesado en mí me lo hará saber a cada momento y contra lo que sea.
Que la verdadera amistad si existe, pero no es fácil encontrarla.
quien te ama te lo demostrará siempre sin necesidad de que se lo pidas.
Que ser fiel no es una obligación sino un verdadero placer cuando el amor es el dueño de ti.
Eso es vivir… La vida es bella con su ir y venir, con sus sabores y sinsabores…
Aprendí a vivir y disfrutar cada detalle, aprendí de los errores pero no vivo pensando en ellos, pues siempre suelen ser un recuerdo amargo que te impide seguir adelante, pues, hay errores irremediables.
Las heridas fuertes nunca se borran de tu corazón pero siempre hay alguien realmente dispuesto a sanarlas con la ayuda de Dios.
Camina de la mano de Dios, todo mejora siempre.
Y no te esfuerces demasiado que las mejores cosas de la vida suceden cuando menos te las esperas. No las busques, ellas te buscan.
Lo mejor está por venir…

Análisis

En primer lugar, la idea de aprender de la pérdida y el dolor refleja una visión estoica de la vida, donde los obstáculos son vistos como oportunidades para el crecimiento personal. Este enfoque invita a una aceptación serena de las circunstancias adversas y a una actitud resiliente hacia los desafíos.

La noción de conocer el suelo pero mirar al cielo sugiere una dualidad entre la experiencia terrenal y la aspiración espiritual. Este contraste entre lo mundano y lo trascendental es un tema recurrente en la filosofía, que plantea preguntas sobre el propósito de la existencia y la búsqueda de significado.

La referencia a la soledad como un camino hacia el autoconocimiento resuena con la tradición filosófica de la reflexión interior y la búsqueda de la verdad. La idea de aprender a disfrutar de la propia compañía sugiere una valoración de la autonomía y la independencia como elementos esenciales para la realización personal.

El reconocimiento de la imperfección del mundo y de uno mismo está en línea con la filosofía existencialista, que aboga por una aceptación auténtica de la condición humana. Esta aceptación lleva a una apreciación más profunda de la belleza y la complejidad de la vida, incluso en medio de sus desafíos y contradicciones.

La importancia de vivir el momento presente y de aceptar la incertidumbre resuena con las enseñanzas budistas sobre la impermanencia y el desapego. Esta actitud de apertura y receptividad hacia lo que la vida ofrece en cada momento es fundamental para cultivar una sensación de paz interior y plenitud.

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