En un movimiento innovador, la empresa Essen comenzó a permitir que sus empleados lleven a sus mascotas, tanto perros como gatos, a trabajar.

Esta iniciativa, que inicialmente se ha implementado en las oficinas de Buenos Aires y se extenderá a otros espacios de la compañía en Paraguay y Bolivia, responde a una solicitud creciente por parte de los colaboradores de integrar a sus animales de compañía en el entorno laboral.

Bárbara Fenoglio, jefa de relaciones institucionales de Essen de Venado Tuerto:

Explicó que la idea surgió como respuesta a las peticiones de los empleados, quienes expresaron el deseo de poder compartir su jornada laboral con sus mascotas. Esta medida no solo busca mejorar el bienestar de los trabajadores, sino también fortalecer el compromiso y la satisfacción laboral dentro de la empresa.

Sin embargo, las oficinas en Venado Tuerto, ubicadas dentro de un parque industrial, están excluidas de esta política por razones de seguridad. A pesar de esto, Essen ha reafirmado su compromiso con el bienestar animal, siendo patrocinadores del refugio canino local durante varios años.

Para garantizar una convivencia armoniosa entre empleados y mascotas, Essen ha establecido algunas reglas claras. Los animales deben tener su libreta sanitaria al día y estar castrados. Se permite la presencia de animales de tamaño pequeño a mediano, mientras que están prohibidos aquellos de razas consideradas peligrosas. Además, se han delimitado áreas específicas de la oficina donde las mascotas no pueden ingresar, especialmente aquellas donde se manipulan alimentos o se realizan demostraciones.

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La aceptación de esta nueva política fue muy positiva entre los empleados, quienes ya han comenzado a disfrutar de la compañía de sus mascotas durante la jornada laboral en Buenos Aires. Aunque en otros países aún no se ha implementado completamente, la empresa está organizándose para extender esta práctica de manera efectiva y segura.

Essen está liderando un cambio significativo en la cultura laboral al promover un ambiente más inclusivo y flexible, donde el cuidado y la presencia de mascotas no solo son permitidos, sino también apreciados como parte integral del entorno laboral moderno.

Hoy, exploramos el conmovedor texto de Víctor Hugo, «No, No Me Estoy Volviendo Viejo». En la sección «En el Sillón» de nuestro portal de noticias, dedicamos espacio a la introspección y la reflexión sobre la vida, la sabiduría y el autodescubrimiento. Este escrito nos invita a reconsiderar nuestras percepciones sobre el envejecimiento y la madurez, planteando que, en lugar de simplemente acumular años, uno puede ganar sabiduría y paz interior.

El autor hace hincapié en dejar de ser lo que otros desean para convertirse en lo que uno realmente quiere ser. Este acto de aceptación personal implica abandonar la búsqueda de aprobación externa y los «espejos mentirosos» que distorsionan la verdadera esencia de uno mismo. Hugo argumenta que esta liberación es un signo de sabiduría, no de vejez.

El texto resalta cómo las prioridades cambian con el tiempo. Hugo describe un cambio de las noches de fiesta a los insomnios de aprendizaje, y de las copas de vino a las tazas de café. Este cambio simboliza un giro hacia actividades más significativas y enriquecedoras. En lugar de vivir historias, el autor elige escribirlas, representando una transición hacia la creación y la reflexión.

—No,…respondí no me estoy volviendo viejo, me estoy volviendo sabio.

He dejado de ser lo que a otros agrada, para convertirme en lo que a mí me agrada ser. He dejado de buscar la aceptación de los demás para aceptarme a mí mismo. He dejado tras de mí los espejos mentirosos que engañan sin piedad.

No, no me estoy volviendo viejo, me estoy volviendo asertivo, selectivo de lugares, de personas, de costumbres e ideologías.

He dejado ir apegos, dolores innecesarios, personas, almas y corazones; No es por amargura, es simplemente por salud.

Dejé las noches de fiesta por insomnios de aprendizaje, dejé de vivir historias y comencé a escribirlas. Hice a un lado los estereotipos impuestos.

Dejé de usar maquillaje para ocultar mis heridas, ahora llevo un libro que embellece mi mente y mi alma.

Cambié las copas de vino por tazas de café, me olvidé de idealizar la vida y comencé a vivirla.

No, no me estoy poniendo viejo, pues llevo en el alma lozanía, y en el corazón la inocencia de quien a diario se descubre.

Llevo en las manos, la ternura de un capullo que al abrirse expandirá sus alas a otros sitios inalcanzables, para aquellos que solo buscan la frivolidad de lo material.

Llevo en mi rostro, la sonrisa que se escapa traviesa al observar la simplicidad de la vida, de la naturaleza, llevo en mis oídos el trinar de las aves alegrando mi andar.

No, no me estoy volviendo viejo, me estoy volviendo selectivo, apostando mi tiempo a lo intangible. Reescribiendo el cuento que alguna vez me contaron, redescubriendo mundos, rescatando aquellos viejos libros que a medias páginas había olvidado.

Me estoy volviendo más prudente, he dejado los arrebatos que nada enseñan. Estoy aprendiendo a hablar de cosas trascendentes, estoy aprendiendo a cultivar conocimientos, estoy sembrando ideales y forjando mi destino.

No, no es que me esté volviendo viejo por dormir temprano los sábados, es que también los domingos hay que despertar temprano, disfrutar el café sin prisa y leer con calma un poemario.

No es por vejez, por lo que se camina lento, es para observar la torpeza de los que a prisa andan y tropiezan con el descontento.

No es por vejez, por lo que a veces se guarda silencio, es simplemente porque, no a toda palabra hay que hacerle eco.

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