Ciencia y Tecnología
La próxima gran jugada de OpenAI: prepara su propia red social con inteligencia artificial
El acceso a datos y nuevos ingresos podría ser la clave para OpenAI

Ciencia y Tecnología– En un movimiento que podría sacudir de nuevo el tablero tecnológico, OpenAI estaría desarrollando su propia red social, según un reporte exclusivo de The Verge. Aunque el proyecto se encuentra en una fase muy temprana, ya habría un prototipo interno con funcionalidades básicas de un feed social y herramientas de generación de imágenes mediante ChatGPT.
La información, basada en fuentes cercanas que hablaron bajo condición de anonimato, plantea una serie de interrogantes y revela, a la vez, una dirección clara: OpenAI quiere ir más allá del chatbot que cambió la forma en que interactuamos con la inteligencia artificial. Ahora, el objetivo es integrarla directamente en el corazón de la vida digital: las redes sociales.
¿Por qué una red social?
La pregunta es válida. ¿Qué gana OpenAI lanzando su propia red social en un ecosistema dominado por gigantes como X (ex Twitter), Meta (Facebook, Instagram) y TikTok? La respuesta puede resumirse en una palabra: datos.
El acceso a grandes cantidades de contenido generado por usuarios es una de las fuentes más valiosas para entrenar modelos de lenguaje e inteligencia artificial. Hoy, OpenAI depende en gran parte de acuerdos con otras empresas o datos públicos. Al tener su propia plataforma, podría generar y controlar directamente ese flujo de información, tal como lo hace Elon Musk al integrar su chatbot Grok en X.
Pero no se trata solo de datos. También está el factor económico. Aunque OpenAI es una de las empresas más reconocidas del sector, aún no es rentable. Sus operaciones, especialmente el entrenamiento de modelos avanzados como GPT-4 y su sucesor, consumen recursos colosales. Una red social integrada con herramientas de IA podría convertirse en una nueva fuente de ingresos, ya sea por suscripciones premium, publicidad generada por IA, o incluso funciones creativas pagas.
Tener una plataforma social le permitiría a OpenAI:
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Acceder a datos en tiempo real generados por usuarios.
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Entrenar sus modelos de lenguaje con contenido propio.
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Y abrir nuevas fuentes de ingresos en un contexto donde la compañía aún no es rentable.
¿App independiente o extensión de ChatGPT?
Por ahora no hay una confirmación oficial, pero según The Verge, aún se debate internamente si esta red social sería una plataforma completamente nueva o una función integrada dentro de ChatGPT. Esta segunda opción tendría sentido, considerando el crecimiento de ChatGPT como aplicación móvil y su uso diario por millones de personas.
En cualquiera de los casos, la integración con IA sería clave: resúmenes automáticos de publicaciones, generación de contenido visual, respuestas inteligentes y moderación automática podrían formar parte del paquete.
Un paso estratégico frente a la competencia
Este movimiento llega en un momento donde la competencia se intensifica. Google ha recortado distancia con Gemini, Meta desarrolla modelos propios, y la batalla por la atención de los usuarios se ha vuelto más agresiva. Mientras tanto, la fusión entre X y xAI refuerza la tendencia: las grandes empresas de IA están apostando por ecosistemas cerrados, donde controlan tanto la tecnología como el canal de distribución.
Con este proyecto, OpenAI no solo responde a esa tendencia, sino que se adelanta. Una red social impulsada por IA podría redefinir la forma en que nos comunicamos en línea.
¿Revolución o experimento pasajero?
Todavía es pronto para saber si este proyecto llegará a concretarse. Muchas ideas en Silicon Valley no pasan de la fase de prototipo. Pero si algo nos enseñó OpenAI con ChatGPT es que cuando lanzan algo, el impacto es global.
Si se concreta, estaríamos frente a un nuevo capítulo en la evolución de las redes sociales, donde los algoritmos no solo deciden lo que vemos, sino que también participan activamente en la conversación.
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GPT-4.1 in the APIhttps://t.co/giS4K1yNh9
— OpenAI (@OpenAI) April 14, 2025
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Ciencia y Tecnología
Hallan una ciudad atómica secreta bajo el hielo de Groenlandia de la época de la Guerra Fría
La NASA halló una base militar oculta mientras estudiaba los glaciares: se trata de Camp Century, parte de un proyecto secreto para instalar misiles nucleares en el Ártico

La NASA halló una base militar oculta mientras estudiaba los glaciares: se trata de la ciudad atómica «Camp Century», parte de un proyecto secreto para instalar misiles nucleares en el Ártico
Durante una misión científica de rutina en el norte de Groenlandia, un equipo de científicos de la NASA realizó un hallazgo digno de una serie de ciencia ficción: una base militar subterránea construida en secreto por Estados Unidos durante la Guerra Fría, oculta bajo más de 30 metros de hielo. La instalación, conocida como Camp Century, formaba parte del encubierto Proyecto Iceworm, cuyo objetivo era desplegar hasta 600 misiles nucleares en el Ártico, fuera del alcance soviético.
Un descubrimiento inesperado
El hallazgo fue posible gracias al radar aéreo UAVSAR, desarrollado para mapear el lecho glaciar y predecir el comportamiento de los hielos ante el cambio climático. Sin embargo, durante un vuelo en septiembre de 2024, el equipo detectó estructuras geométricas inusuales bajo la superficie del hielo. Al analizarlas, confirmaron que se trataba de túneles, habitaciones y restos de una ciudad subterránea: Camp Century.
«Fue como descubrir una civilización perdida bajo el hielo», afirmó Chad Greene, científico del Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL) de la NASA.
Camp Century: una cápsula del tiempo de la Guerra Fría
Construida en 1959 con el aval del gobierno danés —que desconocía su propósito militar—, Camp Century se presentó oficialmente como una estación científica para estudiar el hielo polar. Pero en realidad, formaba parte de un ambicioso plan secreto del Pentágono. El Proyecto Iceworm preveía una red de lanzadores de misiles balísticos de mediano alcance, ocultos bajo el hielo ártico.
La base contaba con dormitorios, comedores, laboratorios, talleres e incluso un reactor nuclear portátil, que fue transportado a más de 200 kilómetros sobre el hielo. La red de túneles se extendía por casi tres kilómetros, con capacidad para 200 personas.
Sin embargo, la constante inestabilidad del hielo volvió inviable el plan, y la base se abandonó en 1967. Durante más de medio siglo, Camp Century permaneció sepultada y olvidada hasta que la NASA la redescubrió.
Tensión diplomática y legado ambiental
La revelación del verdadero objetivo de Camp Century en 1996, tras la desclasificación de documentos del Pentágono, generó fuertes tensiones diplomáticas con Dinamarca, que se había declarado territorio libre de armas nucleares desde los años 50.
Según The Wall Street Journal, Camp Century no fue una excepción: durante la Guerra Fría, Estados Unidos llegó a tener 17 bases en Groenlandia, con más de 10.000 soldados. Hoy solo queda activa la Base Espacial Pituffik (antes Thule), con menos de 200 efectivos.
Además del impacto histórico, el hallazgo de esta ciudad atómica, plantea nuevos interrogantes ambientales. Restos del reactor y residuos contaminantes quedaron enterrados bajo el hielo. Con el calentamiento global y el retroceso de los glaciares, existe el riesgo de que estos materiales sean liberados al ambiente, lo que podría representar una amenaza ecológica futura.
De la ciencia al misterio
Lo que comenzó como una misión para estudiar los glaciares terminó revelando uno de los secretos mejor guardados de la Guerra Fría. Camp Century, la ciudad atómica, es hoy mucho más que una base olvidada: es una cápsula del tiempo bajo el hielo, un símbolo de tensiones geopolíticas pasadas y un recordatorio del poder oculto que alguna vez residió en las profundidades del Ártico.
Ciencia y Tecnología
Descubren una pirámide submarina que podría ser más antigua que las de Egipto

Un hallazgo en Japón de la pirámide submarina reabre el debate sobre civilizaciones perdidas y desafía la historia oficial
Un descubrimiento que podría reescribir la historia
Un grupo de investigadores ha reavivado el misterio del Monumento de Yonaguni, una gigantesca estructura submarina de 27 metros de altura hallada en las profundidades del mar, cerca de las islas Ryukyu, en Japón. Se estima que esta formación podría tener más de 10.000 años, lo que la convertiría en una de las construcciones más antiguas jamás encontradas, anterior incluso a las pirámides de Egipto.
El hallazgo, inicialmente realizado en 1986 por el buzo japonés Kihachiro Aratake, presenta características que desafían a la comunidad científica: líneas rectas, ángulos precisos, terrazas, escalones y supuestos grabados en la roca. Por su monumentalidad y diseño, ha sido apodado “la Atlántida de Japón”.
¿Pirámide natural o vestigio de una civilización perdida?
Desde su descubrimiento, el Monumento de Yonaguni ha generado un intenso debate entre expertos. Hay dos posturas principales sobre su origen:
Teoría natural:
Geólogos como Robert Schoch sostienen que las estructuras podrían haberse formado de manera natural, producto de procesos como la erosión marina, actividad sísmica y fracturas geológicas propias de la región. Según esta visión, la apariencia de construcción artificial sería solo una ilusión provocada por las formas geométricas de las rocas.
Teoría artificial:
Por otro lado, investigadores como el geólogo marino Masaaki Kimura y el divulgador Graham Hancock defienden que se trata de una obra humana realizada por una civilización prehistórica desaparecida. Argumentan que la disposición simétrica, las rampas, plataformas y posibles símbolos grabados son demasiado precisos como para ser obra de la naturaleza. Según esta hipótesis, la estructura habría quedado sumergida tras el derretimiento de los hielos al final de la última glaciación.
Un enigma que sigue sin resolverse
A pesar de décadas de estudios, no se han hallado artefactos arqueológicos en la zona que permitan confirmar con certeza el origen artificial del monumento. No obstante, el debate sigue abierto y el sitio continúa atrayendo a científicos, exploradores y curiosos de todo el mundo, fascinados por el misterio.
El investigador Graham Hancock declaró que, de confirmarse su origen humano, “Yonaguni estaría al mismo nivel que Göbekli Tepe en Turquía, y obligaría a reescribir completamente la historia de la civilización”.
El océano, guardián de secretos
La pirámide submarina de Yonaguni nos recuerda que más del 70% del planeta está cubierto por océanos, en gran parte inexplorados. Este hallazgo plantea una inquietante posibilidad: ¿y si existieron culturas avanzadas mucho antes de lo que creemos, cuyos rastros yacen ahora en las profundidades?
Por ahora, el Monumento de Yonaguni sigue siendo uno de los grandes enigmas sin resolver de la arqueología moderna. Un misterio sumergido que desafía nuestras certezas sobre el pasado y deja abierta la puerta a nuevas y sorprendentes revelaciones.
Ciencia y Tecnología
África podría partirse en dos y dar origen a un nuevo océano
La grieta, visible en la superficie y monitoreada por satélites, podría dividir el continente en dos grandes masas y crear un nuevo océano en unos millones de años.

África está atravesando un fenómeno geológico de proporciones colosales que, en un futuro lejano, podría modificar para siempre su geografía. Se trata del Sistema del Rift de África Oriental, una fractura en la corteza terrestre que se extiende por más de 6.000 kilómetros, desde el mar Rojo hasta Mozambique. Esta grieta está separando lenta pero inexorablemente el continente africano en dos bloques, y según los científicos, el proceso podría desembocar en la formación de un nuevo océano.
Una grieta en expansión
El Rift atraviesa países como Etiopía, Kenia, Tanzania, Uganda, Somalia y Mozambique, y se estima que crece entre 6 y 7 centímetros por año. Aunque ese avance es imperceptible a escala humana, en tiempos geológicos representa una velocidad significativa. Estudios recientes estiman que la separación definitiva podría producirse en unos 20 millones de años, momento en el cual el Cuerno de África se convertiría en una gran isla.
El corazón del proceso: las placas tectónicas
Este fenómeno es impulsado por la interacción de tres placas tectónicas: la nubia, la somalí y la arábiga. Su movimiento genera una enorme tensión en la litosfera, provocando la formación de grietas, terremotos y una intensa actividad volcánica. En 2005, un episodio impactante dio una muestra del poder de este proceso: una fisura de 60 kilómetros se abrió súbitamente en Etiopía, desplazando el suelo dos metros en minutos, un fenómeno que normalmente llevaría siglos.
Un laboratorio geológico natural
El Rift africano no solo es una fractura: es también el origen de algunos de los paisajes más icónicos del continente. Montañas como el Kilimanjaro y el Monte Kenia, y lagos como el Victoria, Tanganyika y Malawi, se formaron como resultado directo de este proceso geológico.
Además, la región es objeto de estudio global por parte de científicos que, con herramientas como imágenes satelitales y simulaciones en 3D, analizan los efectos de un gigantesco afloramiento de roca caliente proveniente del manto terrestre, conocido como el Superplume Africano.
Consecuencias para el medio ambiente y la población
Más allá de su interés científico, este fenómeno plantea desafíos sociales y ambientales. En 2018, una grieta de 56 kilómetros en Kenia obligó al desplazamiento de cientos de personas. A medida que la fractura avance, se espera que estos episodios se repitan, afectando infraestructuras, asentamientos humanos y economías regionales.
La eventual aparición de un nuevo océano también podría alterar rutas comerciales clave, como las del Canal de Suez, y modificar patrones climáticos y ecosistemas en toda la región.
Una nueva frontera marítima
De continuar su curso actual, el Rift de África Oriental podría dar lugar al sexto océano de la Tierra, tal como sucedió hace unos 200 millones de años cuando África y Sudamérica se separaron, dando origen al océano Atlántico. Esta futura masa de agua aún sin nombre dividiría el continente y marcaría una nueva era en la historia geológica del planeta.
Un planeta en constante transformación
La fractura africana es un recordatorio de que la Tierra está viva y en constante cambio. Lo que hoy es una grieta que cruza desiertos, mesetas, volcanes y lagos, podría convertirse en una frontera oceánica, redibujando el mapa tal como lo conocemos. La comunidad científica observa con atención el desarrollo de este proceso, considerado uno de los más fascinantes y reveladores del planeta.
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