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El Colibrí – Memorias del fuego I, Eduardo Galeano

¿ Te preguntaste cuántas veces late el corazón de un colibrí?

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Eduardo Galeano, periodista y escritor Uruguayo escribió «El Colibrí» en Memorias del fuego I. Memoria del fuego es una tentativa de rescate de la historia viva de las Américas en todas sus dimensiones, olores, sabores, colores, dolores. El primer volumen de la serie comienza en la etapa precolombina y se extiende hasta el siglo XVII, el segundo comprende los siglos XVIII y XIX. El tercer volumen abarca las turbulencias del siglo XX en las Américas, narradas a través de las pequeñas historias de cada día, como quien mira el universo por el ojo de la cerradura

En algunos caseríos perdidos en los Andes, los memoriosos se acuerdan de cuando el cielo estaba montado sobre el mundo.

Teníamos al cielo tan encima que la gente caminaba agachada, y no podía enderezarse sin darse un cocazo. Las aves se echaban a volar y en el primer aleteo se chocaban contra el techo. El cóndor y el águila arremetían con toda su fuerza, pero el cielo ni se enteraba.

El tiempo del aplastamiento del mundo terminó cuando un relampaguito bailandero se abrió paso en el poco aire que había. El colibrí, el más pequeño de los pájaros, pinchó el culo del cielo con su pico de aguja y a los pinchazos lo obligó a subir hasta las alturas donde ahora está.

Desde entonces, el colibrí merece mucho respeto.
Quien fue capaz de levantar el cielo,
en cualquier momento podría derrumbarlo

El Colibrí – Memorias del fuego I

Al alba, saluda al sol. Cae la noche y trabaja todavía. Anda zumbando de rama en rama, de flor en flor, veloz y necesario como la luz. A veces duda, y queda inmóvil en el aire, suspendido; a veces vuela hacia atrás, como nadie puede. Al volar, lanza relámpagos de colores.

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Él trae los mensajes de los dioses, se hace rayo para ejecutas sus venganzas y sopla las profecías al oído de los augures. Cuando muere un niño guaraní, le rescata el alma, que yace en el cáliz de una flor, y la lleva, en su largo pico de aguja, hacia la Tierra sin Mal. Conoce ese camino desde el principio de los tiempo. Antes de que naciera el mundo, él ya existía: refrescaba la boca del Padre Primero con gotas de rocío y le calmaba el hambre con el néctar de las flores.

Él condujo la larga peregrinación de los toltecas hacia la ciudad sagrada de Tula, antes de llevar el calor del sol a los aztecas.

Como capitán de los chontales, planea sobre los campamentos enemigos, les mide la fuerza, cae en picada y da muerte al jefe mientras duerme. Como sol de los kekchíes, vuela hacia la luna, la sorprende en su aposento y le hace el amor.

Su cuerpo tiene el tamaño de una almendra. Nace de un huevo no más grande que un frijol, dentro de un nido que cabe en una nuez. Duerme al abrigo de una hojita.

Eduardo Galeano uno de los escritores más influyentes de Latinoamérica.​

Cuántas veces late el corazón de esta ave ancestral

Los colibríes cuenta con toda una ‘maquinaria cardiaca’ que les permite realizar un vuelo único para el cual no mueven sus alas de arriba hacia abajo como el resto de las aves, sino que realizan una figura en forma de ocho, siendo capaces de ejecutar entre 80 a 200 aleteos por segundo

Están dotadas de un corazón que constituye el 20% del volumen del ave, lo cual es realmente magno, pues en el humano, por ejemplo, en promedio el corazón pesa 0,45% del peso corporal en los hombres y 0,40% del peso corporal en mujeres, por lo cual, es evidente que la biología de los colibríes está adapta a proporcionarle una gran resistencia cardiaca.

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Pero no solo es importante las dimensiones que ocupa dicho órgano en estas diminutas aves, sino también lo realmente potente que puede ser, pues este es capaz de realizar 500 pulsaciones por minuto (ppm) cuando las aves están en reposo y, por si esto fuera poco, su corazón puede llegar a las 1200 ppm, algo que es único entre los animales.

PDN –

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