Ciencia y Tecnología

Chichen Itzá: revelan sorprendentes sacrificios Mayas

Un estudio de ADN en restos óseos hallados en una cueva de Chichen Itzá arroja nueva luz sobre los sacrificios mayas, desafiando mitos antiguos

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Científicos del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva descubrieron detalles sorprendentes sobre los sacrificios humanos en la civilización maya. Lo hicieron a partir del análisis de ADN en restos óseos hallados en una cisterna subterránea en Chichen Itzá, Yucatán. Este hallazgo revela que la mayoría de las ofrendas correspondía a niños varones de entre tres y seis años. Muchos de ellos familiares directos, como primos y hermanos, desafiando la creencia previa de que las víctimas eran predominantemente mujeres.

La cisterna, conocida como ‘Chultún’, se encuentra cerca del famoso Cenote Sagrado, donde también se encontraron numerosos restos relacionados con sacrificios. Originalmente descubierta en 1967, la cisterna contenía restos óseos que los arqueólogos inicialmente pensaron que pertenecían a mujeres. Sin embargo, el reciente análisis genético reveló que la mayoría eran varones y que muchos de ellos compartían vínculos familiares cercanos.

Los hallazgos también incluyen restos de dos parejas de gemelos idénticos. Esto sugiere una posible conexión con el Popol Vuh: la narrativa sagrada maya que relata la historia de los gemelos Hun-Hunahpú y Vucub-Hanahpú, sacrificados tras jugar al juego de pelota y luego vengados por sus hijos, los «Gemelos Héroes». Esta conexión mitológica sugiere que los sacrificios eran un homenaje a esta importante leyenda.

El análisis de radiocarbono indicó que el sitio de sacrificio estuvo en uso entre el año 500 y el 1300. Alcanzando su apogeo en el siglo IX, cuando Chichen Itzá era la ciudad más importante del imperio maya. Los restos no presentaban lesiones evidentes que indicaran métodos específicos de sacrificio, como extracciones de corazón o decapitaciones.

Complementando este descubrimiento, las pruebas genéticas realizadas a los actuales habitantes de la zona demostraron una continuidad genética con los niños sacrificados, indicando que estos pertenecían a la misma comunidad local y no eran de otras regiones del imperio. Las dietas similares de los antiguos y actuales pobladores sugieren que habitaban áreas cercanas.

Estos nuevos hallazgos proporcionan una visión más detallada y precisa de los rituales funerarios mayas, sugiriendo que los sacrificios eran vistos como un honor y un símbolo de estatus social, destinados a ganar el favor de los dioses para asegurar buenas cosechas y victorias en combate. La investigación, publicada en la revista Nature, abre nuevas perspectivas para entender las complejas prácticas religiosas y sociales de una de las civilizaciones más enigmáticas de la historia.

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