Sociedad
Andrea Robin Skinner, la hija de la escritoria Alice Munro y un gran secreto en su casa
Un secreto en la casa de Alice Munro Premio Nobel de Literatura en 2013: «Mi padrastro abusó sexualmente de mí cuando era niña»
Andrea Robin Skinner -una de las hijas de la escritora canadiense Alice Munro- escribió un artículo. En el mismo cuenta que cuando tenía 9 años, el marido de su madre abusó de ella y cómo de, distintas maneras, siguió haciéndolo por años. Munro lo supo e incluso mucho después él fue condenado por eso, pero la escritora lo acompañó hasta la muerte de él y el vínculo con su hija se hizo trizas.
El inicio del artículo, que publicó el Toronto Star, es contundente:
“…En 1976, fui a visitar a mi madre, Alice Munro, durante el verano a su casa de Clinton, Ontario. Una noche, mientras ella estaba fuera, su marido, mi padrastro, Gerald Fremlin, se metió en la cama donde yo dormía y me agredió sexualmente. Yo tenía nueve años…”
«…Un secreto en la casa de Alice Munro. Mi padrastro abusó sexualmente de mí cuando era niña. Mi madre, Alice Munro, decidió quedarse con él, escribe Andrea Robin Skinner….»
A secret in Alice Munro’s house.
My stepfather sexually abused me when I was a child. My mother, Alice Munro, chose to stay with him, writes Andrea Robin Skinner. https://t.co/EWPi08WHQk
— Toronto Star (@TorontoStar) July 7, 2024
Como tantos niños, la chica no dirá nada pero a la mañana siguiente tendrá su primera migraña. Andrea no vivía con su madre sino con su padre, Jim, en Victoria, a unos 4.000 kilómetros de distancia. Cuando le toque volver -narra Andrea- el padrastro, Gerald Fremlin, tratará de que ella le cuente de su vida sexual y él mismo le contará de la suya.
No, no ocurrió el escándalo que correspondía. Según el artículo, ya en casa, la nena le contó lo que había pasado a la mujer de su padre, que se lo contó a su padre. Y él decidió… mantenerse en silencio. Un alivio para la nena: alguien le había dicho que Fremlin -ay, la trampa de siempre- la quería más a ella que a Alice. Imaginen la preocupación de la hija.
Andrea tuvo que volver de visita todos los veranos. Así lo escribe: “Cuando me quedaba a solas con Fremlin, hacía bromas lascivas, se exhibía durante los viajes en coche, me hablaba de las niñas del barrio que le gustaban y describía las necesidades sexuales de mi madre. En aquel momento, no sabía que esto era abuso”.
La Premio Nobel
Alice Munro, murió el pasado mayo a los 92 años, es una de las más grandes cuentistas contemporáneas. “Los temas subyacentes de su obra suelen ser los problemas de pareja y los conflictos morales”, destacó el jurado del Premio Nobel cuando la premió, en 2013.
En varios libros como:
«Algo que quería contarte»,
«Escapada» o
«El progreso del amor», entre otros, Munro aborda temas como la maternidad, el matrimonio, la pérdida y el paso del tiempo, a menudo ambientados en pequeñas comunidades rurales de Canadá. Su estilo permite a los lectores conectar con sus personajes y situaciones de manera íntima y emocional.
Algunos libros de Alice Munro
La obra de Munro ha sido altamente valorada por su capacidad para captar la esencia de la condición humana en relatos breves pero poderosos. Su habilidad para desarrollar personajes complejos y realistas en un espacio reducido de texto es una de las razones por las cuales ha sido aclamada por críticos y lectores por igual. Además, Munro ha sido elogiada por su manejo del tiempo en sus narrativas, utilizando saltos temporales y recuerdos para construir una comprensión más profunda de sus personajes y sus historias.
Ojos bien cerrados
Sin embargo, pese a ser una maestra de las palabras y de las historias humanas, Munro se negó a ver. Cuando le contaron que el marido se había exhibido frente a la hija de unos amigos -dice Andrea-, él lo negó y Munro le creyó. Y hasta agregó que Andrea no era su tipo. “Delante de mi madre, me dijo que muchas culturas del pasado no eran tan ‘mojigatas’ como la nuestra, y que solía considerarse normal que los niños aprendieran sobre sexo practicando sexo con adultos. Mi madre no dijo nada”.
La adolescencia de Andrea tuvo bulimia, anorexia, insomnio, migrañas. Alrededor de los 25 años creyó que se abría una grieta en el muro de silencio: Munro le habló de un cuento en el que una chica se suicida después de que el padrastro abusa de ella. Y se hizo -le hizo a Andrea- una pregunta clave: “¿Por qué no se lo contó a su madre?”.
Andrea Robin Skinner cuenta su historia
La joven sintió que era su oportunidad. Por carta, le habló a Munro del abuso que había sufrido. La madre lo entendió como una infidelidad. Dejó el lugar donde vivía con Fremlin. Pero “se mostró incrédula”.
Mientras tanto, él mandaba cartas. En ellas “describió a mi yo de nueve años como una ‘rompehogares’ y dijo que el hecho de que mi familia no interviniera sugería que estaban de acuerdo con él”. Fremlin explicó: “Andrea invadió mi dormitorio para tener aventuras sexuales”. Amenazó con mostras fotos de Andrea en bombacha… cuando tenía 11 años.
Después de todo, esto, Munro volvió con Fremlin. Cuenta Andrea: “Dijo que se lo habían ‘dicho demasiado tarde’, que lo quería demasiado y que nuestra cultura misógina tenía la culpa si esperaba que ella negara sus propias necesidades, se sacrificara por sus hijos y compensara los fallos de los hombres. Insistió en que lo que había pasado era entre mi padrastro y yo. No tenía nada que ver con ella”.
Cuando tenía 38, leí una entrevista con mi madre, en la que describía a Gerald Fremlin en términos muy cariñosos.
Toda la amargura del mundo aparece en las conclusiones que saca Andrea: “Creo que mi madre respondió a su propia pregunta sobre la chica de la historia. No se lo contó a su madre porque prefería morir antes que arriesgarse al rechazo de su madre”.
Pero listo, el rechazo ya había ocurrido, la madre había elegido. ¿Qué hicieron entonces? Fingir que no había pasado nada. Almorzar en familia. Seguir adelante. Diez años así. Hasta que Andrea tuvo hijos, un par de gemelos. Y decidió que Fremlin nunca los iba a ver.
Qué contrariedad, ¿no? Munro dijo -según narra ahora su hija- que le resultaba muy incómodo ir sin él, que ella no manejaba, en fin. Andrea cortó todo vínculo con ella. Pero bueno, Munro era un personaje público así que se la encontraba en los medios a cada rato: “Dos años después, cuando tenía 38, leí una entrevista en el New York Times con mi madre, en la que describía a Gerald Fremlin en términos muy cariñosos. Decía que tenía suerte de tenerlo en su vida y declaraba que mantenía una “estrecha relación” con sus tres hijas, incluida yo”.
No, ella no podía tolerar tanto. Fue a la Policía. Hizo la denuncia. Tenía sus relatos y las cartas de él. Fremlin se declaró culpable: dos años de libertad condicional y evitar contacto con menores de 14. Para Andrea fue suficiente: lo que quería era que se reconociera la verdad.
Y quería hacerle algo a su madre también: “Que esta historia, mi historia, formara parte de las historias que la gente cuenta sobre mi madre. No quería volver a ver una entrevista, una biografía o un acontecimiento que no se enfrentara a la realidad de lo que me había ocurrido y al hecho de que mi madre, enfrentada a la verdad de lo sucedido, decidió quedarse con mi agresor y protegerlo”.
Pero eso no ocurrió. La fama, el Nobel, taparon todo. Ella había quedado de un lado y toda su familia de origen, del otro. Con Alice Munro, esa gran escritora, nunca se reconcilió.
Ahora Andrea es profesora de meditación y mindfullness, especializada en la curación de traumas infantiles.
La obra y el autor
Este domingo, en X -ex Twitter- otra gran autora, Joyce Carol Oates, empezó opinando con distancia: “Este artículo está detrás de un muro de pago, así que no lo he leído; y si lo leyera, probablemente no haría ningún comentario. Soy admiradora de Alice Munro desde hace mucho tiempo y sólo querría decir que, en su ficción, Munro puede haberse enfrentado a algo parecido a este dilema: una mujer “buena” aparentemente ajena a su marido que abusa sexualmente de una niña. Munro escribió al menos un relato sobre este tema, cuyo título no recuerdo, aunque el hombre no es el padrastro de la joven”.
this article is behind a pay wall so I have not read it; & if I were to read it, I would probably have no comment. a longtime admirer of Alice Munro & would just want to say that, in her fiction, Munro may have confronted something like this dilemma: a «good» woman seemingly… https://t.co/IZZwMXdwbG
— Joyce Carol Oates (@JoyceCarolOates) July 7, 2024
Sin embargo, más tarde fue matizando y tocando de alguna manera el viejo tema de si se puede separar la obra del autor: “Estas angustiosas revelaciones no deberían modificar nuestra apreciación de la ficción de Munro, pero quizás ahora podamos ver por qué Munro privilegia tan a menudo a un cierto tipo de macho, incluso cuando parece criticar la cultura que hace posible tal explotación. La mujer/madre toma la decisión de proteger a su pareja sexual por encima del bienestar de su propia hija pequeña, todo un tema para la ficción”, posteó Oates.
La escritora Joyce Carol Oates
Y más tarde: “Es bueno que la hija Andrea haya contado por fin su historia y trágico que fuera negada/suprimida durante tanto tiempo. Munro parece haber sido una persona de su tiempo y lugar del tipo dramatizado en sus historias: vidas provincianas, de pueblo pequeño donde estar casado, tener un marido por despreciable que sea es de alguna manera un valor tan alto, que una madre traicionaría a su propia hija. Una historia totalmente de otra época, afortunadamente no la nuestra, excepto en algunos sectores de Estados Unidos, en los que niñas y niños son víctimas de abusos por parte de hombres a los que otros protegen y permiten”.
Finalmente, la autora estadounidense, tras leer el artículo concluye: “Es a la vez impactante pero no muy sorprendente (si has leído la ficción de Munro durante años, verás con qué frecuencia hombres terribles son valorados, perdonados, habilitados; parece haber una sensación de resignación, una actitud casi de ‘los hombres serán hombres’). -no en todas las historias pero sí en algunas.)”
Sociedad
Murió Jorge Lanata a los 64 años: el periodista que marcó una era en Argentina
El comunicador falleció tras una larga internación
El reconocido periodista Jorge Lanata murió hoy a los 64 años en el Hospital Italiano de Buenos Aires, donde permanecía internado desde el 14 de junio debido a diversos problemas de salud. Su estado se había agravado en los últimos días, marcando el desenlace de una vida dedicada al periodismo.
Lanata comenzó su carrera a los 14 años en Radio Nacional y dejó una marca indeleble en los medios argentinos. Fundador de Página/12 y Crítica de la Argentina, revolucionó la forma de informar con un estilo único, caracterizado por su aguda capacidad para cuestionar y denunciar, especialmente en casos de corrupción durante los años 90 y la era kirchnerista.
Además de su impacto en la prensa escrita, Lanata brilló en radio y televisión con programas como Día D, Periodismo Para Todos y Lanata Sin Filtro. Fue un comunicador incisivo, polémico y apasionado, amado y criticado en igual medida.
A lo largo de su carrera, Lanata desafió el statu quo, dejando un legado que trascendió generaciones. Su partida representa el fin de una era en el periodismo argentino, pero su influencia perdurará como un símbolo de integridad y compromiso con la verdad.
Un legado imborrable
Jorge Lanata marcó un antes y un después en el periodismo gráfico con Página/12, redefiniendo el lenguaje periodístico al combinar humor, creatividad y un enfoque crítico. Su figura será recordada como la de un innovador que nunca dejó de cuestionar, ni siquiera a sí mismo.
Sus seguidores y detractores coinciden en algo: Lanata no dejó a nadie indiferente. Su muerte, aunque esperada por su delicado estado de salud, deja un vacío difícil de llenar en los medios de comunicación argentinos.
Su impacto trasciende su obra; es un recordatorio de que el periodismo puede ser un espacio para cuestionar el poder, exponer la verdad y abrir caminos hacia el cambio.
Ahora
Identificaron a los involucrados en el choque de lanchas que termino en tragedia
Un choque entre lanchas en el río Paraná dejó un muerto y varios heridos; el conductor responsable fue detenido horas después.
Un hombre de 35 años perdió la vida y otras ocho personas resultaron heridas en un grave accidente de lanchas ocurrido el sábado por la noche. Las autoridades confirmaron que hay un detenido de nombre Pedro Bertosi vinculado al incidente.
Como fue el siniestro de lanchas
El choque se produjo alrededor de las 22:38 en el río Paraná, cerca de la Isla Paciencia, donde dos lanchas participaron en una fiesta en el agua.La víctima fatal se identifico como Adrián Javier Taborda, quien iba a bordo de una de las embarcaciones junto a otras ocho personas. Según el relato de uno de los tripulantes, su lancha ya se encontraba anclada cuando la otra embarcación, que no tenía luces, embistió a gran velocidad. El impacto fue tan fuerte que Taborda falleció en el acto, mientras que los otros ocupantes de su lancha fueron trasladados de urgencia al hospital Cullen con heridas de gravedad.
Tras el accidente, el conductor de la otra lancha, identificado como Pedro Bertosi, se dio a la fuga del lugar. Sin embargo, horas después se presentó en la sede de la Prefectura Naval Argentina, acompañado por su abogado. El fiscal en turno, Dr. Arturo Haidar, ordenó su detención y la realización de pruebas de alcoholemia y narcolemia. Además, se secuestró la embarcación involucrada en el accidente para su inspección.
El testimonio de una de las tripulantes
Rocío, una de las tripulantes de la lancha embestida, brindó su testimonio para un medio local sobre los momentos de terror que vivieron. “Estamos todos golpeados y cortados por lo que pasó”, relató.
Según la joven, la embarcación donde viajaban fue embestida por otra lancha que navegaba sin luces. “Mi novio estaba en la punta de la lancha haciendo señas con una linterna, pero el otro conductor no nos vio. Lo único que gritamos fue: ‘¡No nos ve, no nos ve!’”.
El grave siniestro conmocionó, ya que se suma a uno de los accidentes náuticos más trágicos registrados en la región en los últimos meses. Las autoridades investigaran las causas del choque, aunque se destaca que el conductor de la lancha que causó el accidente no había encendido las luces de su embarcación, lo que habría dificultado la visibilidad.
Como seguirá la causa
El fiscal Haidar también indicó que las primeras pruebas realizadas a Pedro Bertosi serán fundamentales para determinar si el conductor de la lancha estaba bajo los efectos del alcohol o alguna sustancia al momento del accidente. A medida que avanza la investigación, se espera que se profundicen los detalles sobre el comportamiento del hombre que se dio a la fuga, lo que podría influir en las posibles imputaciones que enfrente.
Este trágico episodio reaviva la preocupación por la seguridad en el río Paraná, especialmente en actividades recreativas como las fiestas náuticas, que a menudo se realizan sin las condiciones mínimas de seguridad. Las autoridades insisten en la importancia de tomar precauciones y respetar las normativas vigentes para evitar que hechos como este se repitan.
Sociedad
Tragedia en la fiesta del río “Malibú”: alcohol, lanchas y descontrol en el Paraná
Una tragedia anunciada en el río Paraná: falta de control, alcohol y negligencia en la fiesta del río
Sociedad- La noche del sábado en el río Paraná terminó teñida de tragedia. Un choque entre dos lanchas en el kilómetro 585, cerca de Isla La Paciencia, termino con la fatal muerte de un joven y ocho heridos. El accidente ocurrió en el marco de la fiesta náutica conocida como “Malibú”, un evento que reúne decenas de embarcaciones en una atmósfera de música, alcohol y poca regulación. El incidente reabre el debate sobre la falta de control en este tipo de encuentros y la negligencia de las autoridades.
Una noche fatal: los hechos
El accidente se produjo alrededor de las 22:38 horas cuando dos lanchas, identificadas como Anitta Rey (matrícula N°083279) y Samira, colisionaron violentamente. Según M.A.C., conductor de Anitta Rey, su embarcación estaba anclada cuando fue embestida por otra lancha que navegaba sin luces. Tras el impacto, Samira se dio a la fuga.
La colisión fue tan brutal que uno de los tripulantes, identificado como A.J.T., de 34 años, falleció en el acto. Ocho personas resultaron heridas y fueron trasladadas al Hospital José María Cullen. El responsable, P.B., conductor de Samira, se entregó horas después acompañado de su abogado, siendo detenido por orden del fiscal Arturo Haidar.
Las autoridades ya dispusieron pruebas de alcoholemia y narcolemia, mientras que la lancha Samira fue requisada para determinar las circunstancias exactas del accidente. Sin embargo, el caos y la desorganización de la fiesta dejaron en evidencia una preocupante falta de control.
¿Fiesta o peligro?
La fiesta del río “Malibú” es un evento no oficial pero muy concurrido, donde la música, el alcohol y las lanchas de alta velocidad son protagonistas. En redes sociales, videos muestran decenas de embarcaciones juntas, muchas sin cumplir con las normas básicas de seguridad, como luces de navegación o chalecos salvavidas. Testigos aseguran que el consumo de alcohol es masivo, y las autoridades parecen ausentes.
“Esto era una tragedia anunciada”, declaró un vecino de la zona que pidió mantener su anonimato. Según él, la fiesta del río “es un descontrol total, y nadie hace nada”. A su testimonio se suma el de otros asistentes que confirmaron haber visto carreras de lanchas en plena oscuridad, una actividad que pone en riesgo no solo a los participantes, sino también a los asistentes.
Fiesta en el Rio Malibú : ¿Quién se hace responsable?
El rol de Prefectura Naval Argentina y de las autoridades locales está en el centro de la polémica. Mientras algunos aseguran que había personal en la zona, otros denuncian que la presencia era mínima y sin capacidad para controlar un evento de tal magnitud. “Es imposible supervisar a tantas embarcaciones si no hay un operativo serio”, sostuvo un especialista en seguridad náutica.
El fiscal Haidar confirmó que se investigará si hubo negligencia por parte de los organizadores o las autoridades. Sin embargo, la responsabilidad parece diluirse en un vacío legal, ya que la fiesta no está regulada oficialmente.
Un llamado de atención
La tragedia en la fiesta del río “Malibú” es un recordatorio sombrío de los riesgos asociados a la falta de control en actividades recreativas. Con un muerto, ocho heridos y una comunidad conmocionada, la pregunta es inevitable: ¿por qué no se tomaron medidas preventivas?
Mientras las autoridades investigan, queda claro que este accidente no es solo el resultado de una lancha sin luces o un conductor imprudente. Es el reflejo de un sistema que, una vez más, falló en garantizar la seguridad de quienes buscan diversión en el río.
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